logo Écija 7 Días

Ramón Freire Gálvez (1952-2020)


Lunes, 06 de mayo de 2024

Este nuevo capítulo de hechos y noticias, lo voy a encabezar con un desagradable incidente, acaecido en nuestra Ciudad el mes de Septiembre de 1890, que hirió gravemente la sensibilidad y los sentimientos católicos de los ecijanos y del que se hicieron eco los periódicos de la época. Lo encontramos publicado en La Fidelidad Castellana de 22 de Septiembre de 1890 y dice así:

“SACRILEGIO Y REPARACIÓN. Días pasados publicó lo siguiente El Constitucional de Écija. Escándalo y sacrilegio. El domingo anterior presenció Écija uno de esos actos, que por lo horripilantes y abominables la pluma se resiste siempre a describir. Cuando a la caída de la tarde del mencionado día se encontraban congregados en la iglesia de San Francisco los hermanos de la Venerable Orden Tercera, celebrando sus cultos dominicales, dos jóvenes embriagados penetraron en aquel sagrado recinto; y después de emprenderla a palos con las imágenes y altares de las capillas situadas en el atrio del templo, se internaron en la iglesia hasta llegar a las gradas del presbiterio.

Acababan los hermanos de rezar la novena y el sacerdote se encontraba en el altar mayor, revestido de capa pluvial, empezando la majestuosa ceremonia de reservar, cuando uno de los borrachos, sin consideración ni respeto alguno a lo sagrado del lugar, ni a lo augusto de tan solemne acto, prorrumpió en los más soeces insultos contra los ministros y personas presentes, y se desató en las más horribles blasfemias contra lo más sagrado de los cielos y tierra. El oficiante, sorprendido por aquel escándalo, a fin de cortarlo, ordenó al sacristán que impusiese silencio al que escandalizaba o le hiciera desalojar el templo. La orden fue recibida con amenazas e imprecaciones tan descompuestas, que el sacerdote por más que precipitaba la ceremonia, tuvo que volverse con la Sagrada Forma en la mano para llamar al orden a aquel energúmeno, quien revolvió sus insultos contra el ministro del Señor y multiplicó su horrible blasfemia.

El sacerdote se apresuró a colocar en el Tabernáculo la Sagrada Forma y cuando después de despojarse de sus vestiduras, volvió al templo para arrojar de él a los sacrílegos, estos habían desaparecido, para ir a continuar escandalizando en las calles, en las que insultaban a cuantos encontraban al paso. Écija, que se siente herida en lo más preciado de sus sentimientos católicos, protesta indignada de tan infame y sacrílega acción y confía que no quedará impune tan vandálico atentado. Tenemos entendido que las autoridades eclesiástica, civil y judicial, intervienen en este asunto. Puesto que el templo de San Francisco ha sido públicamente profanado, creemos que la autoridad eclesiástica procederá a su inmediata rehabilitación, celebrándose en ella una solemne función de desagravios, a la que concurrirá, sin duda, todo el pueblo ecijano”.

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