Mi amigo Juanillo (el hijo del Antoñuelo, el del DIU y el DUI allí en tierras catalanas) ya no está tan preocupado, porque, como a todo el mundo, los problemas personales de cada uno (hasta que se resuelven y él los resolvió felizmente), se anteponen a los problemas generales y sobre todo al económico, como él y muchos más pensamos, que es el problema de Cataluña, pero esta semana, que el 16 de este mes entrará, a lo mejor lo tenemos más claro.
Lo que sí es verdad, es que tengo un calor que me muero y no es de mi tratamiento, que dicho sea paso va, de momento, a toda vela, sino por este otoño tan caluroso, que no sé si será por estar en un periodo de sequía, por los huracanes del Caribe, por las arenas de África o por la falta de agua en el Genil, la verdad es que cuando he terminado este artículo, cerca de las diez de la noche estamos a 30º.
Pero a lo que aquí me trae que es lo interesante para mis seguidores, continuar mi senda ecijanista en averiguación de nuestras cositas y entre ellas las que siguen:
Inicio este capítulo, con una noticia que encuentro relacionada con un dominico ecijano, que dejó su vida en tierras chinas, consecuencia del ejercicio de su vida eclesiástica. Yo ya me hice eco de su vida, con una reseña biográfica mucho más extensa que la ahora encontrada, cuando publiqué mi obra “Ecijanos en Andalucía, España y el Mundo”, y la que encuentro, aparece publicada en THADER diario para todos, publicada en Orihuela el día 17 de septiembre de 1895, que dice así:
“JUAN BAUTISTA MORALES. MISIONERO Y ESCRITOR ESPAÑOL. Nació en Écija (Sevilla) hacia 1597, murió en Yo-Ning-Chen (China) en 17 de septiembre de 1664.
En temprana edad ingresó en la Orden de Santo Domingo, y fue enviado a la misión de las Islas Filipinas (1618). Recibió en Méjico las órdenes monásticas, en su breve estancia en este país (1629). Trasladose a China (1633); predicó el Evangelio en la provincia Fokien, fue perseguido por los mandarines.
