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Juan Méndez Varo


Domingo, 19 de mayo de 2024

desaparecido edificio de telégrafosEl desaparecido edificio de telégrafos, se encontraba en la calle Garcilaso esquina a Más y Prat. El inmueble, de propiedad particular, fue arrendado por el Ayuntamiento de Écija para dicho fin hasta que su propietaria, Guadalupe Custodio Fernández-Pintado, interpuso demanda para rescindir el contrato que les vinculaba.

Pese a que la demanda fue desestimada, tanto en el Juzgado de Primera Instancia de Écija, como en la Audiencia Provincial, el edificio pasó nuevamente a manos de la propiedad. Años más tarde fue vendido, posteriormente derribado, y sobre en su solar alzar un edificio de nueva planta con bajos comerciales.

El inmueble, tal como se puede apreciar en la fotografía, era sin duda, un interesante modelo de casa ecijana de dos plantas, con composición de huecos de carácter vertical: los de planta baja, con rejas a paramento, y los de planta alta, de balconcillos de pequeño vuelo.

En la crujía previa a la esquina, se ubicaba el ingreso a base de portón de gran esbeltez con portada abultada a base de sobresaliente enfoscado y encalado que se coronaba igualmente con balcón al que se adosaba cierro de carpintería en voladizo sobre la cerrajería a la manera tradicional.

El cuerpo de la esquina sobresale del volumen general con composición de torreón mirador, en dicho ángulo, con doble arcada a base de arcos rebajados enmarcados en alfiz y coronado con cubierta de pabellón a cuatro aguas.

Es de destacar, en cuanto a la tipología, su elegancia por la simplicidad abundancia y la abundancia del macizo sobre el hueco, la gran superficie de área encalada así como, la ausencia de zócalo y el encuentro limpio del volumen sobre el acerado.

Aún se conserva el edificio del Cosario Mateos, de composición complementaria a nivel de lenguaje y textura con el colindante desaparecido aunque en la actualidad con algunas reformas. La portada es abultada, de carácter popular, con interesante diseño de macrodintel a bases de siluetas de dovelas en relieve sobre el que se dispone una cornisa lineal que se descompone en frontón cortado que da ingreso al balcón del piso superior, consiguiendo un efecto de composición de doble altura propio de casas señoriales.

Dentro de la típica construcción ecijana, se da mucho el rematar las edificaciones con una torreta, que de por si da gracia y esbeltez al edificio. En principio estas torretas o torrecillas –como vulgarmente se llaman- se daban exclusivamente en las casas señoriales y palaciegas, como mirador o atalaya de sus moradores. Posteriormente, y ya como exclusivo adorno, se ha ido prodigando en casi todas las edificaciones que han querido seguir el típico estilo localista.

Así pues, en pleno centro de la ciudad, en una de sus encrucijadas más felices, precisamente en la que forman, las calles Mas y Prat con Santa Cruz, Garcilaso y Recogidas, existía una de estas torrecillas que, al estar rematada por un arrogante gallo, era conocida por la “Torrecilla del Gallo”. El edificio primitivo, casa señorial desde luego fue derribada, y que como ya dijimos fue construido otro moderno en el que se ha reproducido la célebre torrecilla, pero ya sin el airoso y popular gallo que dio origen a distintas leyendas de la ciudad.

Fuente: Memoria de una década: Écija 1960-1969. Juan Méndez Varo.

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